Antonio Molina y sus viajes por Marruecos


                                          En los años 50 la compañía de Antonio Molina solía hacer tournés por Marruecos, y en una de esas giras llegaron a Fés. A ver a Antonio Molina no solo iban españoles.En Fes por ejemplo a parte de la colonia española que no era muy grande,( unas  1.000 personas), iba también marroquíes, franceses y judíos.

Un día hablando con una mujer llamada Juanita, pareja de un señor judío de apellido Cohen, le pregunté si ella era nacida allí y me comentó que no, que era madrileña, y seguí preguntándole pues me picó la curiosidad, y entonces me dijo que ella había formado parte de la compañía de Antonio Molina, en el grupo de danza regional española. Una tarde me invitó a su casa y me enseñó fotos bailando las muñeiras, y otros bailes españoles.

La compañía llegó allí a mediados de los 50 y entre el publico había un empresario teatral de la ciudad que ofrecía espectáculo de varietés, cuando la vio bailar una vez terminada la función se le acercó y le ofreció trabajar en su espectáculo con mejores condiciones que las que tenia, y Juanita aceptó. 

Al poco de comenzar a trabajar, se dio cuenta que todas las noches iba un señor que ella no sabía quien era, luego le mandaba flores al camerino, pero seguía sin darse a conocer. Hasta que una noche la esperó a la salida del teatro y le dijo que era el admirador que todas las noches iba a verla. Se llamaba Cohen ( no recuerdo el nombre) y la invitó a cenar. La historia de amor entre ambos duraba ya casi 30 años, se casaron en Gibraltar, una forma entonces de legalizar una situación, pues al ser judío y Cohen nadie quería casarlos en Marruecos. Al principio el asunto sentó mal en la comunidad judía, pero con el tiempo lo aceptaron. La mujer de Cohen había fallecido durante el parto y la niña vivía con la abuela, pero tenía contacto con su padre y Juanita. Con el tiempo la madre de él enfermó y vivía con ambos, Juanita la cuidaba. Cohen tenía una tienda de quincalla  y yo solía ir a comprar allí, aún conservo una cuchara especial. Era un señor muy guapo y con cierto encanto.

 Aunque Juanita conocía las reglas kosher, en la casa no se seguían  pero de cara a la madre de él, hacía como que si. Un día me contó una anécdota, a ambos les gustaba mucho los calamares  y como están prohibidos los comían a escondida, ella los iba friendo, y la madre que ya estaba encamada preguntaba: Ese olor que es?? y Juanita le decía, nada, nada, son patatas fritas.

Los seguidores de Antonio Molina en la ciudad eran más. Otro día un señor judío me invitó a tomar un té, y charlar un poco con su mujer, a la que gustaba mucho el cantante español; esta señora por aquel entonces estaba enferma de cáncer de mama, enfermar de cáncer en aquellos años, era la muerte, pues no podían costear un hospital, tampoco había los adelantos de hoy. Al poco de estar allí, llegaron los de la Hebrá, y preguntaron que quien era yo, el les dijo, una amiga de los Chocrun, es de confianza. Entraron en la habitación y estuvieron observando a la mujer, le pregunté que para que habían llegado y me explicó un poco el significado de la Hebrá, y los motivos de la visita. Me llamó la atención la cama con dosel de madera y una cortina de terciopelo roja, me dijo; es de la época de la salida de España, y lo cierto es que se parecía a una que vi en el Alcázar de Toledo.

Cuando me vine a España perdí el contacto con mucha gente, pero imagino que hace años todos murieron. Cohen y Juanita tenían entonces unos 50 largos. Imagino fallecieron hace años. Precisamente era con Juanita con quien entraba en el cementerio judío que estaba a unos 700 metros de mi casa, y ella me explicaba cosas, iba a limpiar la tumba de la mujer de Cohen pues él no podía entrar en el cementerio al ser 
Cohen.

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